El sobrio mundo del suministro eléctrico a hogares no parecía el campo más evidente para que incursionen las compañías de exploración de gas y petróleo impregnadas de espíritu aventurero.
Sin embargo, las recientes iniciativas de Royal Dutch Shell y Total en el mercado minorista de electricidad transmitieron una importante señal sobre la dirección a largo plazo que están tomando los dos mayores grupos energéticos de Europa.
Shell está cerca de completar la adquisición de First Utility, un proveedor británico de gas y electricidad que acordó comprar en diciembre mediante un contrato que lo hará enfrentarse con proveedores de electricidad más grandes como Centrica y SSE.
Mientras tanto, Total está en sus primeras etapas del armado de un negocio de energía minorista en su mercado local, el francés, para competir con EDF y Engie.
Ambas compañías sostienen que están sentando las bases para una mayor expansión en la cadena de abastecimiento eléctrico, dado que el mercado energético global dominado por décadas por el petróleo empieza a dar paso a un sistema de menores emisiones de carbono, con mayor participación de la energía renovable y del gas.
Maarten Wetselaar, director de estrategia «de nuevas energías» de Shell, proyecta que la proporción del consumo energético mundial cubierto por electricidad subiría de menos de 20% hoy a cerca del 50% en las próximas décadas. Gran parte de eso será a expensas del petróleo si, tal como se prevé, los vehículos eléctricos gradualmente reemplazan a los autos a nafta y diesel.
«Cualquier porción de la demanda energética que pueda electrificarse, necesita ser electrificada», dijo Wetselaar, si lo que se quiere es cumplir con las metas internacionales de reducción de carbono.
Wetselaar sostiene que de los u$s 1000 millones/u$s 2000 millones que Shell se había comprometido a invertir en «energía nueva» todos los años hasta 2020, cerca del 80% iría al sector eléctrico. La adquisición de First Utility, cuyo valor sería de u$s 200 millones, es una de las recientes operaciones apuntadas a armar una cadena de suministro eléctrico integrado desde la generación hasta abastecimiento minorista, por lo que repite el modelo plataforma de perforación/surtidor de nafta que tiene el actual negocio petrolero.
Shell el mes pasado acordó la compra de 44% de la compañía norteamericana de energía solar Silicon Ranch Corporation, por u$s 217 millones, lo que se suma a una cartera de renovables que incluye el 20% del enorme proyecto eólico offshore Borssele a a la altura de la costa de Holanda.
La electricidad proveniente de esos y otros activos de generación de electricidad se puede vender a través de la firma de comercialización de electricidad de Shell, que se encuentra entre las más grandes de Europa y América del Norte.
A Shell le faltaba un sendero hacia los consumidores hasta que acordó con First Utility, y selló la reciente adquisición de NewMotion, que opera una de las redes de puestos de recarga para autos eléctricos más grandes de Europa. Wetselaar no quiso comentar sobre la especulación de que el próximo blanco del grupo podría ser la firma de servicios públicos holandesa Eneco. Pero afirmó: «Si vamos a construir un negocio de electricidad que sea importante para Shell un verdadero cuarto pilar junto a petróleo, gas y químicos necesitaremos hacer más de esas adquisiciones».
Total está aplicando una estrategia similar. Además de su recién formado negocio minorista, el grupo el año pasado pagó u$s 237,5 millones por el 23% de Eren, la compañía francesa de renovables, con una opción para comprarla en su totalidad. En años anteriores invirtió otros u$s 2000 millones en la compra del desarrollador de baterías Saft y de SunPower, la compañía solar norteamericana.
BP, el tercer grupo petrolero más grande de Europa, mantiene un enfoque más cauteloso ya que perdieron varios miles de millones de dólares en sus primeras apuestas en energía verde en la década de 2000. Sin embargo, aún tiene un negocio eólico grande en Estados Unidos a partir de esas inversiones y en diciembre demostró un renovado interés cuando compró por u$s 200 millones Lightsource, un desarrollador solar con base en Gran Bretaña.
Eni de Italia y Statoil de Noruega también están invirtiendo en energía solar y eólica offshore, respectivamente.
ExxonMobil y Chevron, los gigantes de Estados Unidos, han evitado imitar a sus pares europeos en lo que respecta a energía verde, lo que ha generado críticas entre los activistas ambientales.
Las petroleras enfrentan un creciente control de las amenazas que significan para sus negocios las acciones apuntadas a abordar el cambio climático y la contaminación del aire. Pero Iain Reid, analista de Macquarie, señaló que muchos inversores siguen mostrándose reacios a la diversificación. «¿Los geólogos e ingenieros del sector petrolero son las personas más preparadas para escoger a los ganadores en energía renovable?», se pregunta. «Algunas de estas cosas darán su fruto. Simplemente todavía no sabemos cuáles serán.»
Wetselaar insiste en que las nuevas empresas de Shell deben generar dinero como cualquier otra parte del grupo, con una meta de retorno sobre la inversión de entre 8% y 12%. El menor costo de la energía solar y eólica, junto con el mayor compromiso internacional para descarbonización, está convirtiendo a los renovables en negocios «normales, comerciales, capitalistas y no en algo impulsado por subsidios», agregó.
Mientras tanto, la comercialización y venta al por menor de energía, no debe ser el negocio de bajos márgenes que solía ser, insistió Wetselaar, en un sistema eléctrico que es más complejo por la volátil producción solar y eólica y por los potenciales picos de demanda provenientes de los autos eléctricos.
Ya sea generada a partir de gas, eólica o solar, Wetselaar sostiene que Shell estará lista para satisfacer la demanda de electricidad.
«La electrificación va a ser la historia de las próximas décadas,» aseguró. «No queremos sólo ser parte de ella, sino convertirnos en un líder».
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