La Secretaría de Energía de Gustavo Lopetegui publicó en noviembre pasado el reporte «Argentina: Síntesis del balance de gestión en energía 2016-2019». En ese documento es el propio oficialismo el que contradice, días antes de dejar la Casa Rosada, el cuento de la pesada herencia en su argumento de una balanza comercial energética impagable y en crecimiento explosivo dejada por el kirchnerismo.
Sin tener en cuenta los niveles de actividad económica e industrial, ni la pujanza del mercado interno durante aquellos años, las importaciones totales de energía se redujeron 45% entre 2013 y 2015, mientras que el saldo (exportaciones menos importaciones) mejoró un 33%.
Evaluando todo el período comprendido por el segundo gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, se aprecia una mejora entre puntas (2011/2015) del 30% en las importaciones, versus un saldo que empeoró como consecuencia de una fuerte reducción de las exportaciones en 2015. Esa reducción obedeció a un fuerte crecimiento de la demanda interna de petróleo y combustibles líquidos, por un lado, y a la caída de las exportaciones de crudo Escalante derivado del desplome en los precios internacionales, por el otro.
El macrismo no solo mintió en relación a la herencia energética, sino que siquiera le importa contradecir sus propios informes. Lopetegui afirmó en su artículo publicado en el diario La Nación el 16 de noviembre pasado: «Entre 2006 y 2013, el superávit comercial energético de u$s6.100 millones anuales se transformó en un déficit de u$s6.900 millones, lo que implicó que en siete años perdiésemos un flujo genuino de u$s13.000 millones por año».
Sesgo absoluto. El funcionario tomó el máximo, que se alcanzó en 2006, y el mínimo, que se registró en 2013. La verdad: superávit de la balanza energética hubo en todos los años entre 2003 y 2010. El déficit apareció entre 2011 y 2015 y fue:
-3.100 millones en 2011
-2.200 en 2012
-6.900 millones en 2013
-6.400 millones en 2014
-4.600 millones en 2015
Es decir, empeoró entre 2011 y 2013, para mejorar entre 2013 y 2015. Con respecto al supuesto flujo de u$s13.000 millones anuales perdidos, se desconoce de dónde lo obtuvo, ya que el superávit entre 2003 y 2010 rondó un promedio de 4.000 millones por año. En todo caso, fue este monto el perdido.
En suma, el kirchnerismo no dejó ningún saldo impagable ni descontrolado de la balanza comercial energética. Por el contrario, Macri recibió más bien una significativa reducción del déficit (33%), así como una marcada disminución de las importaciones energéticas (45%) durante los tres años previos a su asunción.
Por cierto, no hubo necesidad de reducir los subsidios para lograr esta mejora ni aplicar ningún tarifazo para demoler la calidad de vida de los argentinos y las argentinas, tal y como se hizo entre 2016 y 2019 a los efectos de generar excedentes exportables tirando abajo el consumo doméstico. Es más, entre 2011 y 2015, la demanda interna creció fuertemente.
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