El día 17 de abril de 1957, mediante el Decreto Nº 1205, se creó la Policía Provincial. El 16 de octubre de 1884 se promulgo la ley Nº 1532 por la que se crearon los Territorios Nacionales, nombrándose luego los respectivos gobernadores.
Con esta norma se establecieron divisiones o límites geográficos dentro de esa gran y extensa porción del territorio patagónico que constituía la Gobernación de la Patagonia. Entre los nuevos territorios se erigía «el Territorio Nacional del Neuquén».
El 25 de noviembre de 1884 fue designado su primer gobernador, el Coronel Manuel José Olascoaga. Desde esa época y hasta la provincialización, la Policía del Neuquén estaba subordinada al régimen de la Policía de los Territorios Nacionales a través de su Estatuto Orgánico, aprobado el 22 de enero de 1946.
En 1955, con la promulgación de la Ley Nacional 14.408 se determina la provincialización de todos los Territorios Nacionales existentes, por lo que los organismos públicos cesaban en su dependencia del Gobierno Nacional creando a su vez los órganos necesarios para su funcionamiento conforme lo prevé la Constitución Nacional.
De este modo, el día 17 de abril de 1957, mediante el Decreto Nº 1205, se creó la Policía Provincial.
En el año 1879, cuando la IV División de Ejército que comandaba el Coronel Napoleón Uriburu marchaba en su expedición por el norte del entonces Territorio Nacional, encontró en el paraje que se conocía por el nombre del «Malbarco», una población próspera dedicada a la ganadería, aprovechando las aguadas y la pastura de sus excelentes campos.
En vista de ese panorama y las auspiciosas posibilidades que la zona ofrecía, Uriburu consideró a «Malbarco», como la mejor tierra que había hallado y de inmediato resolvió crear una colonia con el nombre de «Roblecillos», con el que afirmaba la causa de la civilización y daba sentido de soberanía a una población en ese apartado rincón de la Patagonia.
Es por ello que el 28 de julio de 1879, nombró Comisario de Campaña, con autoridad absoluta a Don Benjamín Belmonte. Esta persona quedó a cargo del servicio, con escasas armas y algunos soldados, investido de plena autoridad para que administrara e impusiera las leyes del país.
La Colonia no tuvo problemas en sus comienzos pero cuando se alejaron las tropas del Ejército, comenzaron los peligros por el asedio y los continuos ataques indígenas hostiles y muchas veces con la participación de blancos que sacaban buen provecho de la situación.
En este contexto, Belmonte organizó la Guardia Nacional con las pocas armas que contaba y con algunos voluntarios.
A fuerza de coraje rechazó repetidas invasiones y libró duros combates. De esta forma, procuró establecer el orden y brindar la seguridad que requerían los habitantes, abarcando la región de Cayanta, Guañacos y Varvarco (hoy jurisdicción del Departamento Minas).
En esa zona, a duras penas, administró justicia criolla. Pero un día, cuando constató un contrabando de ganado a Chile por un paso no habilitado, su acción fue violentamente resistida por uno de los contrabandistas, a quién dio muerte.
Días mas tarde la muerte fue vengada por familiares del cuatrero muerto, quienes aguardaron a Belmonte emboscándole y desde atrás le propinaron un golpe en la cabeza con una barreta. Falleció casi en el acto. Así murió en el año 1882, el primer Comisario que tuvo Neuquén y también el primer hombre civil que ejerció funciones de autoridad nacional con plenitud de poderes. En el Destacamento Policial de Varvarco un monolito y una calle en la ciudad de Neuquén, honran su memoria y sacrificio.
El primer Comisario de Neuquén Capital fue Don José Belindo López, quien se desempeñaba al frente de la Comisaría del paraje «Confluencia».
El 12 de septiembre de 1904 se instaló en la Ciudad de Neuquén, la flamante capital del Territorio Nacional de Neuquén. El Comisario López tuvo participación en el traslado de la misma desde su anterior sede en Chos Malal, colaborando activamente con el Gobernador Bouquet Roldán. Integró la comisión que se encargó de la recepción y estadía del Ministro del Interior, Dr. Joaquín V. González, y, al estar acéfala la Jefatura de Policía, fue designado Jefe de Policía en forma interina hasta el nombramiento del titular. Sanjuanino de nacimiento, poseía una elevada cultura y dotes personales que lo distinguían en el medio social.
Su paso por la Institución dejó como una impronta indeleble su rectitud y caballerosidad, prestigiándola son sus elevadas acciones. Su señora esposa organizó un reducido grupo de damas que posibilitó la instalación de la tradicional Escuela Nº 2, el 10 de enero de 1904.
La comunidad neuquina honró su figura con la imposición de su nombre a una calle y a una Escuela Primaria en el barrio Copol-Alta Barda.
No por ello debemos olvidar tampoco que antes del Comisario López y cuando aún no se pensaba siquiera en mover la capital del Territorio desde su anterior asentamiento, hubieron varios funcionarios que desempeñaron en el caserío de la «Confluencia» las tareas de Comisario.
El primero fue el señor Doroteo Plot y Lorea, también honrado con el nombre de una calle en Neuquén, quién fue nombrado en carácter «ad-honorem» por el gobernador Olascoaga, el 14 de noviembre de 1889.
www.mejorinformado.com