En el marco de los recientes aumentos de tarifas en nuestro país, se destaca una preocupación que está creciendo a gran velocidad en los últimos meses: la eficiencia energética. Desde el Consejo Profesional de Ingeniería Civil se plantea el modo más efectivo de reducir el gasto de energía en edificios, en tres niveles de abordaje.
En primer lugar la construcción misma de un edificio, siguiendo luego por el uso de equipamiento de climatización e iluminación, -entre otros tantos componentes-, y en tercer lugar la posibilidad cada vez más factible de la generación de energías adicionales renovables que pudieran ser producidas por el mismo edificio.
Respecto de la primera solución al problema, los constructores deben tener muy en cuenta el proverbio «la energía más barata es la que no se gasta».
Para ahorrar energía utilizada en acondicionamiento térmico es necesario fundamentalmente lograr que aquella energía que brindamos sea mínima y que, por otra parte, se conserve. Para eso, es preciso mejorar la calidad de las aislaciones térmicas e hidrófugas en toda la envolente edilicia. Debe tenerse en cuenta entre otros factores la elección de las ventanas, ya que generan hasta el 57% de las pérdidas y ganancias de energía en climatización.
En Argentina tenemos un clima beneficioso y poco exigente respecto de la conservación de la energía, por lo que no resulta prioritaria la colocación de sistemas de aberturas tan exigentes como en otras latitudes, donde el doble vidriado hermético es un estándar para la construcción; sin embargo resultan necesarias carpinterías que brinden estanqueidad y eviten los puentes térmicos.
Asimismo, algunos elementos muy simples para proteger las ventanas, como las persianas o las celosías, generan ahorros muy importantes por la protección frente a los rayos solares y la aislación de pérdidas y ganancias de calor. Lamentablemente, en Argentina, estos sistemas han desaparecido desde hace unos 15 años en los edificios, transfiriéndose estos costos adicionales de climatización de la vivienda a los usuarios.
El segundo nivel de soluciones está en las decisiones que se toman para el equipamiento eléctrico y de gas del edificio, especialmente en los sistemas de climatización. Hoy en día, ante la revisión completa del cuadro tarifario, y los aumentos más significativos en el gas resulta dificultoso pronunciarse acerca de cuáles sistemas -alimentados por gas o electricidad- resultan más económicos. Dentro de los sistemas alimentados por gas, resultan de mayor eficiencia aquellos sistemas de calefacción centralizados y por agua caliente con pisos radiantes, ya que sus calderas trabajan a menor temperatura y la distribución del calor es mayor y uniforme.
Estos sistemas centralizados resultarán de mayor eficiencia en la medida en que el control de temperaturas se realice en forma discriminada por ambientes – o por unidades funcionales o sectores en el caso de edificios mayores- y con termostatos regulados a temperaturas no mayores a 20º. El sistema de radiadores de agua caliente, aunque resulte también de eficiencia similar, trabaja a mayores temperaturas y no cuenta con los beneficios de una mayor inercia térmica. Otro sistema de calefacción a gas muy utilizado por su facilidad de instalación y comparativo bajo costo son las estufas de tiro balanceado.
Estas, al perder entre el 35 y el 50% del de la energía por el conducto exterior, resultan de eficiencia significativamente menor. A esto se suma que la mayoría de las estufas instaladas hasta hoy en el mercado argentino utilizan para su encendido una llama piloto que genera un consumo de gas permanente y se utiliza solamente para facilitar su encendido o para el control del termostato. Este es un consumo de gas adicional innecesario, y en consecuencia, es más conveniente que cuenten con un encendido piezoeléctrico o de chispa, ya que este reduce entre un 20% y un 30% del consumo en la estufa.
Respecto de los equipos de acondicionamiento térmico que funcionan con energía eléctrica, los más eficientes son los sistemas de aire acondicionado del tipo frío calor, si se los compara con calefactores eléctricos de aceite o estufas de cuarzo. Además deben utilizarse en su temperatura de confort invernal de 18º y se podría realizar la siguiente comparación: mientras que un aire acondicionado de 3000 frigorías/h gasta por hora 1,30kW, un calefactor de 2000 calorías consume 2,4kWh y una estufa de cuarzo de dos velas 1,20kWh.
El tercer nivel de solución para la eficiencia energética es lograr que un edificio pueda generar su propia energía, a través de sistemas renovables como paneles solares fotovoltaicos o térmicos, generadores de energía eólica o intercambiadores geotérmicos.
Dadas sus condiciones geográficas y latitudes, Argentina se encuentra entre los 5 mejores países del mundo para aprovechar la energía solar fotovoltaica. Además cuenta con planicies de altura, de gran insolación y baja temperatura lo cual resulta ideal para la instalación de grandes plantas de generación fotovoltaica.
Los módulos solares fotovoltaicos tienen por ahora un costo muy alto para ser aplicados en emplazamientos donde se cuenta con red de distribución eléctrica, y en cambio se instalan como solución adecuada en poblaciones donde resultaría costoso llegar con el tendido de la red eléctrica tradicional.
En los últimos años y debido a su óptima ecuación entre inversión y amortización, están creciendo las ventas de los sistemas de energía solar térmica como opción concreta para viviendas individuales o edificios de vivienda colectiva. La tecnología solar térmica consiste en termotanques que acumulan el agua previamente calentada, concentrando el calor solar.
En viviendas, pueden generar hasta 60 o 70% de ahorro de energía utilizada en calefacción o provisión de agua caliente. Para estos casos la amortización de inversión se produce en aproximadamente cinco años. En edificaciones de gran consumo – como clubes, hospitales y hoteles-, los ahorros llegan hasta un 80% y los tiempos de amortización de los equipos por consiguiente son menores.
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