«De estudiar y jugar al fútbol en la canchita del pueblo a la guerra», resume Claudio Chapochnikoff su llegada aquel 12 de abril de 1982 a las Islas Malvinas, con 19 años e integrando la Compañía de Ingenieros de Combate del Ejército. Dos meses antes estaba en Campo de Mayo, donde había arribado para cumplir con el servicio militar obligatorio luego de pedir la prórroga para recibirse como técnico mecánico en la escuela secundaria en Derqui, provincia de Buenos Aires, donde vivía.
Con sólo dos meses de instrucción, Claudio nada sabía de armas y mucho menos para hacerlo en una guerra contra el Reino Unido. «Desde el día de la recuperación, el 2 de abril, dentro del cuartel vivíamos con una gran incertidumbre si nos iban a trasladar o no, hasta que un viernes nos dieron permiso para despedirnos de nuestras familias porque nos íbamos a Malvinas», cuenta.
Hacer campo minado era la tarea que le había encomendado su superior, «un tal Martínez». «El trato que nos daba no fue el mejor», señala Claudio, quien recuerda que por cometer un error al hacer un pozo lo castigaron a permanecer por varias horas dentro del mismo que estaba lleno de agua. Dice que varios de los soldados de su compañía fueron estaqueados. «No sólo tuvimos que pelear contra los ingleses, sino también contra nuestros superiores. Si bien nosotros no estábamos preparados para la guerra, ellos tampoco lo estaban», explica con un tono que denota bronca a pesar de que pasaron 34 años.
Comenta que los últimos días fueron los más difíciles que tuvieron que atravesar. «Los bombardeos eran cada vez más intensos, éramos atacados durante las 24 horas. Además veíamos al Ejército y la Infantería que se replegaban y eso nos alertaba de que algo no estaba bien», recuerda.
Los días antes de la rendición, «era insostenible mantener la posición, todo era muy desordenado, salíamos corriendo entre las bombas que caían a nuestro lado, así como se ve en las películas».
Con la rendición, el 14 de junio, Claudio tuvo sentimientos contradictorios: «Por un lado, el alivio de haberse terminado la guerra y de estar vivo, y por otro, la frustración de la derrota».
Tras estar prisionero de los ingleses durante una semana, llegaron a Campo de Mayo, donde pasaron nueve días encerrados para recuperarse física y psicológicamente. «Nada sabían nuestros familiares hasta que un día los dejaron entrar», agrega.
En agosto de 1982, se instaló en Neuquén y en noviembre comenzó a trabajar en CALF, donde lo hace actualmente.
Para Claudio la guerra fue un «error» llevado adelante por un grupo de militares «que no eran patriotas sino que tomaron las islas para perpetuarse en el poder en un momento en que el gobierno se caía a pedazos en lo económico y derechos humanos, y seguramente perseguían oscuros intereses».
Afirma que la posibilidad de contar su experiencia en Malvinas en las escuelas ha sido «la mejor terapia».
El relato de un soldado inglés que provocó más dudas
Florencia Figar, la joven de 20 años que esta semana llegó a la ciudad para entregarle a un ex combatiente neuquino el cuaderno perteneciente a un subteniente argentino que el marine inglés Martin Bradford encontró tirado en las Malvinas, se reunió con Ester Monje de Flores, viuda del suboficial segundo Mario Enrique Flores, uno de los 368 tripulantes que murieron en el hundimiento del crucero General Belgrano el 2 de mayo de 1982.
Durante ese encuentro, la joven le transmitió a la mujer el relato que le hiciera Bradford, quien aseguró que vio el hundimiento del crucero y la retirada de un barco argentino que tenía que salvar a los tripulantes. Además, según el testimonio que acercó Florencia, Bradford comentó que, según las normas, no pensaban atacar a ese barco.
En diálogo con LM Neuquén, Ester Monje expresó que a partir de lo que contó Florencia tiene «más dudas que certezas». «Me gustaría hablar con alguien que me diga la verdad. Este marine inglés dice que también levantaron a los argentinos que estaban en las balsas luego del hundimiento, y la Marina argentina, a los 8 meses de terminada la guerra, me dio un certificado de defunción que dice que el desaparecido está muerto», comentó.
La mujer, quien hace unos años viajó al lugar donde ocurrió el hundimiento, precisó que «Mario está en su mejor tumba, que es el mar». Sobre el barco que se retiró, señaló que, «de lo contrario, los muertos iban a ser muchos más a pesar de estar en la zona de exclusión».
Actividades para recordar la gesta
11 horas: Acto por el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas en el cenotafio del Parque Central.
18 horas Homenaje a los veteranos y caídos en la guerra de Malvinas en el cenotafio ubicado en el Parque Central.
Fuente: www.lmneuquen.com.ar